Ballesta evita las estructuras casuales y elabora las formas tal cual son, para producir sensaciones artísticas y serenas , sobre todo en los paisajes, llavando consigo la influencia de la observación impresionista de la naturaleza.
Este pintor, que inaugura la temporada artística en la Sala florencia, sevillano por el estilo impresionista que realiza, toca la armonía con gruesas pinceladas, salta al ritmo de sus composiciones con espatulazos coloristas, como si tuviera alas su intención al poner el color, que fresco y limpio se alza, se tiende, se resbala por el lienzo hasta formar un todo, que son sus temas luminosos, su lucha con la luz fugitiva, con el color cambiante, para satisfacer la inspiración y dejar unidos los elementos pictóricos; viendo cómo del movimiento de estos elementos surgen las formas. Miguel Ballesta, en lugar del análisis de los colores propios, lucha por la integración de los colores para fundir la interpretación de sus temas con la tendencia de formar un estilo. Tal es la orientación de su arte: luz vertical que se cruza con la intención interpretativa; luz vibrante que se inmoviliza en las formas, en las calidades y en los tonos. Serenidad en los temas de agradable visión en el agua, en la orilla, en el cielo y en los verdes de su naturaleza con amósfera pintada que envuelve el paisaje o el mundo de sus figuras, caracterizado en la gracia de la raza gitana, que interpreta con fruición, con clara expresión sicológica del carácter y con la armonizada estridencia de sus colores, que el pintor compone, conforme el orden de la teoría del procedimiento pictórico.
Igualdad de luz, vida y color en los bodegones, descansado en los elementos compositivos, sin aglomeraciones de formas , para conseguir lo altamente decorativo, el adorno y la visión artística de la naturaleza muerta que compone e interpreta. La exposición de Miguel Ballesta tiene el molde exacto para la comprensión artística de todos, para el gusto pictórico de una mayoría interesada.