MIGUEL BALLESTA, pintor semiafincado en Mazagón, sigue cultivando una sensible pintura que bajo una tonalidad aparentemente amortiguada crean un poético clima , cuya evidente personalidad es indiscutible… ENRIQUE MONTENEGRO, (de la Asociación española de Críticos de Arte, ODIEL 4 de Julio de 1981).
Sus recientes marinas de Mazagón, sus paisajes de marismas de Moguer, sus barcos varados podridos en el tiempo, sus pinos entre cabezos amarillos y sus fachadas de cales blancas, tan vibrantes dentro de sus ensordecidas y trabajadas tonalidades, hablan musicalidades llenas de acordes cuya gravedad ejerce sedante efecto en el contemplador. Cuando pinta interiores o bodegones, apoya con mayor intensidad los tonos siempre con los mismos acordes finamente compositivos. Figuras, retratos y su eterna temáticas de gitanas sin folklorismo de tablao, nos dice de su facilidad para la composición y dominio absoluto sobre el dibujo. Aún conociendo desde hace varios años su pintura, nos sigue sorprendiendo la fineza y el alarde de sensibilidades que adornan toda su obra. Es de resaltar que siempre, entre los modos y vicisitudes por las que atraviesa el arte, el remanso en los modos figurativos con más o menos enriquecimiento por la búsqueda de nuevas técnicas, suponen un descanso asequible para el mundo contemplador.
Es el caso de Miguel Ballesta que, que abiertamente, sin subterfugios, se enfrenta a la realidad de su entorno insuflándole su propia personalidad, sin cejar en su empeño de ampliar su intelecto, sus conocimientos y su base técnica. Aparte quedará su calidad humana y concepto de la amistad que no es poco.